Después
de casi un año sin visitarlo y recordando los buenos ratos vividos el año
pasado me acerqué de nuevo a este pequeño oasis perdido en medio de la nada,
tan desconocido como bello, quizás uno de sus encantos sea
precisamente el que es uno de esos pocos lugares que pasan desapercibidos para
la gente y todavía quedan semivírgenes en los que no se nota en nada la mano del
hombre.
Esta vez
quise pescar un tramo que aún no conocía y que me pareció un auténtico deleite
para los sentidos, de nuevo no vi un alma en 5km de río y cada rincón superaba
al anterior en belleza, quizás porque la noche anterior en la zona cayó una
fuerte tormenta y eso supone aportes de macroinvertebrados al río, eclosiones,
etc... el caso es que en esta ocasión las truchas estaban muy activas, nada más
llegar al río, poco después del amanecer obtuve mi primera captura, tal vez no
habían transcurrido dos minutos desde esa primera toma de contacto, premonición
de lo que pasaría después, las truchas se cebaban continuamente y las subidas
a la mosca eran constantes.
Poco a
poco las capturas de fueron sucediendo y cada captura superaba a la anterior en
belleza, así hasta un total de 32 con algunas casi de "trofeo" para
lo que son las dimensiones del río, no es lo mismo un gran río o un embalse que
este diminuto arroyo donde truchas de 30cm son excepcionales y que cuando
superan los 40cm pueden ya considerarse como auténticos trofeos.
No
tardaré mucho a repetir la experiencia, hacía días que no vivía un día de pesca
así, en que te involucres tanto en la pesca y todo lo que la rodea y te evadas
tanto que parece que no pasen las horas en el reloj y es que en muchas
ocasiones para disfrutar de la pesca al máximo, no hacen falta peces
grandes, sino más bien grandes peces....