Cada vez
que visito mi Gállego del alma y veo las antiguas badinas que hace no hace
tantos años rebosaban lucios por todos lados y veo en lo que se han convertido
la mayoría de ellas se me cae "el alma al suelo", no obstante en
algunas de ellas que las que las riadas no las han alterado los lucios se
agarran a la vida en una lucha diaria por la supervivencia y sin contar con el
número de ejemplares que antaño, me alegra ver que todavía siguen ahí.
Aunque lo
cierto es que apenas lo visito y le dedico poco tiempo a esta especie
llevaba ya varios años sin toparme con uno de los escasos supervivientes de 2 cifras que aún habitan alguna poza de este río, se tienen que dar muchos
condicionantes a favor para sacar uno de estos cocodrilos, me remito a copiar
y pegar lo escrito en el anterior post: Los contados grandes lucios que habitan
estas pozas son auténticos supervivientes que saben “latín”, adquiriendo un
grado de astucia y recelo realmente sorprendente, hasta el punto de que muchos
de los que piensan que el lucio es un
pez relativamente fácil y confiado que ataca cualquier artificial sin
demasiados miramientos y que dudan de la astucia de este pez, verían con estos
"supervivientes" como esa teoría se les caía por los suelos.
Papa Noel
este año me quiso dar mi regalo anticipadamente con uno de estos supervivientes
que me hizo recordar muchas cosas que ya casi había olvidado, esa brusca
retención del artificial, ese segundo que dudas si has enganchado hasta que
lo notas cabecear y nadar de un lado a otro, ese enorme reflejo en el que te
das cuenta que puede ser un dos cifras, esa primera alocada carrera sacando
línea a toda velocidad en busca de algún obstáculo, esa poderosa bocaza dando
cabezazos en superficie tratando de desprenderse del señuelo o esa última loca
carrera en la orilla antes de darse por vencido, ese trofeo ya en tus manos que no puedes dejar de contemplarlo, esas rápidas fotos tratando
de liberarlo lo antes posible, ese olor a esox impregnado en las manos, inconfundible con el de cualquier otra especie y ya por último el ver como ya libre, el viejo
superviviente se aleja nadando y se adentra en las profundidades hacia algún
recóndito lugar de su poza...