24 dic 2013

GRANDES LUCIOS, REENCUENTRO CON EL PASADO

Cada vez que visito mi Gállego del alma y veo las antiguas badinas que hace no hace tantos años rebosaban lucios por todos lados y veo en lo que se han convertido la mayoría de ellas se me cae "el alma al suelo", no obstante en algunas de ellas que las que las riadas no las han alterado los lucios se agarran a la vida en una lucha diaria por la supervivencia y sin contar con el número de ejemplares que antaño, me alegra ver que todavía siguen ahí.

Aunque lo cierto es que apenas lo visito y le dedico poco tiempo a esta especie llevaba ya varios años sin toparme con uno de los escasos supervivientes de 2 cifras que aún habitan alguna poza de este río, se tienen que dar muchos condicionantes a favor para sacar uno de estos cocodrilos, me remito a copiar y pegar lo escrito en el anterior post: Los contados grandes lucios que habitan estas pozas son auténticos supervivientes que saben “latín”, adquiriendo un grado de astucia y recelo realmente sorprendente, hasta el punto de que muchos de los que piensan  que el lucio es un pez relativamente fácil y confiado que ataca cualquier artificial sin demasiados miramientos y que dudan de la astucia de este pez, verían con estos "supervivientes" como esa teoría se les caía por los suelos.

Papa Noel este año me quiso dar mi regalo anticipadamente con uno de estos supervivientes que me hizo recordar muchas cosas que ya casi había olvidado, esa brusca retención del artificial, ese segundo que dudas si has enganchado hasta que lo notas cabecear y nadar de un lado a otro, ese enorme reflejo en el que te das cuenta que puede ser un dos cifras, esa primera alocada carrera sacando línea a toda velocidad en busca de algún obstáculo, esa poderosa bocaza dando cabezazos en superficie tratando de desprenderse del señuelo o esa última loca carrera en la orilla antes de darse por vencido, ese trofeo ya en tus manos que no puedes dejar de contemplarlo, esas rápidas fotos tratando de liberarlo lo antes posible, ese olor a esox impregnado en las manos, inconfundible con el de cualquier otra especie y ya por último el ver como ya libre, el viejo superviviente se aleja nadando y se adentra en las profundidades hacia algún recóndito lugar de su poza...


No sé si nos volveremos a encontrar, si ya es complicado engañarlo una vez, dos es casi utopía, en cualquier caso fue uno de los mejores regalos que Papa Noel me podía haber hecho este año...


EL PROTAGONISTA DE ESTE RELATO





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