Como no
todo van a ser siluros, de vez en cuando gusta cambiar radicalmente de
escenario y de tipo de pesca, así que estuve una semana de relax tras mis
amigas las truchas en dos escenarios distintos, un diminuto arroyo, el cual me
ha hecho pasar últimamente muy gratos momentos y un lago o ibón por encima de
los 2000m de altitud, donde me acompañó mi fiel amigo Toño que vino desde
Mérida para pasar unos días a su Zaragoza natal y quisimos repetir nuestra experiencia
anual de subir a uno de estos mágicos rincones donde te sientes insiginificante
ante tanta grandiosidad y belleza.
TRUCHAS DEL ARROYO
Aunque distintos
escenarios, cada uno tenía su reto y su encanto, el pequeño arroyo donde lo
enmarañado de sus orillas hacen de cada lance todo un reto, la dificultad de
lances casi imposibles, pero que sabes que si lo clavas es casi picada
segura, el caminar durante horas buscando las mil posturas que se dan a lo
largo del recorrido y donde las truchas tienen mil libreas diferentes, todas a
cual más bonita, donde un pez de 35cm se convierte en un auténtico trofeo y el
lago perdido, donde sabíamos de otras veces que había grandes y recelosas truchas.
Pero ambos con algo en común y una misma especie como objetivo, la salmo trutta
fario.
TRUCHAS DEL LAGO