Desde
niño he sentido una especial predilección por la pesca en invierno, el
característico paisaje invernal, el silencio y tranquilidad que se respira en
esta época del año, la niebla desplazándose por la superficie del agua y como
no los depredadores típicos de invierno que hacen que esta pesca sea
posible y efectiva.
Centrémonos
en una de estas especies invernales, la lucioperca, un pez cuya falta de
combatividad es contrarrestada con su feroz apariencia, estéticamente preciosas
y perfectas, su picada meticulosa y sutil y su pesca, técnica como pocas que
requieren de los cinco sentidos del pescador, este tipo de pesca te
involucra y te hace permanecer en todo momento concentrado en la pesca, la
lucioperca no perdona y el mínimo error, se paga, no hay segundas oportunidades
y si el brazo no actúa como un resorte a la hora de clavar es perder tiempo.
Aunque no
nos llevemos a engaño, los peces no se suben a la barca y mucho menos en esta
época donde por norma general las luciopercas permanecen más profundas que en
otras épocas del año, para que haya esas oportunidades hay que estar en la zona
y el control de esa zona de pesca, de la especie y sobre todo el saber donde
localizarlas son lo más importante con estos peces.
Os dejo
con un regalo para la vista de grandes luciopercas pescadas en estos días
invernales donde no ves el sol en todo el día, donde a ratos puedes pasar frío,
pero estas preciosidades compensan con creces todas esas adversidades.