Con las
riadas de estos días quise llevar a mi sobrino y mi pequeña María a dar un paseo por
el Ebro y ya de paso llevar la caña de spinning para pegar unos lances a ver si
algún siluro estaba por la labor.
Allí me
encontré con un amigo que iba a lo mismo que yo por lo que decidimos ir juntos,
al poco de comenzar la pesca se despejaron las dudas y en uno de los lances mi
compañero grita que lleva uno, una mole que se encontraba en apenas 40-50cm de
profundidad estaba revolcándose tratando de ganar agua ya que solo podía hacer
que revolcarse y por el contrario nosotros forzando el equipo al máximo para
que no ganase ni un solo metro ya que la zona se encontraba repleta de árboles,
en mi vida he visto un combate tan corto como brutal y emocionante, en apenas 1
minuto y sin tiempo a ponerme los guantes estaba ya fuera del agua.
De cien
veces ese siluro de ese tamaño y donde fue clavado hubiese salido una, pero
esta vez la suerte se alió con nosotros, pescando desde la orilla las
oportunidades de sacar un siluro de tamaño disminuyen, ese mismo siluro si
hubiese conseguido ganar un simple metro
de agua para poder desarrollar toda la fuerza de su potente cola no hubiese
habido nada que hacer, pero el forzarlo al máximo en esos 30-40cm de agua, el
echarle la mano en la primera ocasión que se acercó a la orilla y los astros
que estaban de cara hicieron que saliese para ser fotografiado.
En apenas
4 horas que estuvimos pescando 2 siluros más posaron para unas fotos, mientras
los críos “flipaban” en colores ante semejantes peces.
Sé de
alguno de esos niños que ese espectáculo del siluro revolcándose no lo olvidará
en la vida y muy posible que ya haya quedado enganchado a la pesca de por vida,
os dejo con algunas fotos de esta breve pero intensa jornada.
SILUROS A SPINNING EN EL EBRO