En los
meses más fríos del invierno, cuando el calor de hogar invita a quedarse en
casa, hay peces que no bajan su actividad, si no más bien al contrario,
permanecen muchas más horas activos que en los meses de calor, con el
condicionante a favor de que ahora dispones de una inmensa zona practicamente
para ti solo, a nivel personal es cuando más a gusto pesco en aguas de un
embalse tan visitado como Mequinenza.
Tal vez
las luciopercas no adquieren los tamaños que alcanza el siluro, ni es su pelea
su mayor característica, pero por contra su pesca requiere de mucha técnica,
discreción y tacto, es una pesca que o el pescador agudiza el ingenio o
controla y pesca con los cinco sentidos o simplemente no pesca.
El poder
contemplar durante unos instantes estas fotogénicas y rollizas luciopercas y
poder posar para unas fotos con ellas, es casi tan satisfactorio y gratificante
como el devolverlas después al agua con vida.
Una
jornada de pesca invernal conserva toda su magia, el silencio, la niebla
flotando sobre la superficie del agua, la tranquilidad que se respira, la
ausencia de barcas y pescadores en las inmediaciones, el hornillo para poder
almorzar caliente, el termo de café y sobre todo las verdaderas protagonistas,
esos tesoros plateados que se esconden bajo sus aguas, ¿te atreves a vivir la
experiencia?
GRANDES LUCIOPERCAS MEQUINENZA