Aunque pesque muchos días al año, cuando uno lleva la pesca en la sangre no termina nunca de cansarse y siempre busca nuevos retos, nuevos alicientes con los que ponerse a prueba y autosuperarse.
No tiene nada que ver pescar por afición que por trabajo, cuando pescas muchos días al año,muchas veces bajo presión hay momentos que la pesca puede terminar por rallarte.
El río gállego y sus lucios son mi vía de escape y desconexión para estos meses inviernales, el lugar donde cada invierno busco esos nuevos retos, esos nuevos alicientes para que ese "veneno" llamado pesca siga latente como hace 40 años, con la misma ilusión que cuando uno empieza.
Y es que cuando las aguas se enfrían y me pongo "en modo esox" comienza a evolucionar una enfermedad conocida como "ESOXMANÍA", una enfermedad con la que no te da pereza el frío, las nieblas, el caminar con el wader puesto y los pies helados por mal terreno, el llegar a casa agotado y con ganas de una ducha caliente y pijama, ninguno como estos peces me hacen pensar tanto, automotivarme tanto, cada día de pesca es un nuevo reto con la ilusión de cuando comenzaba hace "unos pocos" años.
Estas bellezas son las culpables de esta rara enfermedad que padezco cada año en estas fechas y que creo que padeceré sin remedio, ni antídoto mientras la salud me respete para caminar en solitario por el río.
No tiene nada que ver pescar por afición que por trabajo, cuando pescas muchos días al año,muchas veces bajo presión hay momentos que la pesca puede terminar por rallarte.
El río gállego y sus lucios son mi vía de escape y desconexión para estos meses inviernales, el lugar donde cada invierno busco esos nuevos retos, esos nuevos alicientes para que ese "veneno" llamado pesca siga latente como hace 40 años, con la misma ilusión que cuando uno empieza.
Y es que cuando las aguas se enfrían y me pongo "en modo esox" comienza a evolucionar una enfermedad conocida como "ESOXMANÍA", una enfermedad con la que no te da pereza el frío, las nieblas, el caminar con el wader puesto y los pies helados por mal terreno, el llegar a casa agotado y con ganas de una ducha caliente y pijama, ninguno como estos peces me hacen pensar tanto, automotivarme tanto, cada día de pesca es un nuevo reto con la ilusión de cuando comenzaba hace "unos pocos" años.
Estas bellezas son las culpables de esta rara enfermedad que padezco cada año en estas fechas y que creo que padeceré sin remedio, ni antídoto mientras la salud me respete para caminar en solitario por el río.