Desde siempre el lucio ha sido un pez por el que he sentido
una especial predilección, un pez que me han hecho pensar y devanarme la cabeza
más que cualquier otro.
Durante años fue un pez al que le dediqué muchas horas y
muchas caminatas por el río Gállego, (mi escuela de pesca), lo dejé bastante de
lado y desde hace algunos años he vuelto a engancharme a su pesca durante los
meses invernales.
Partiendo de la base de que no volverá a ser lo que en su
día fue, (y lo poco que lo valorábamos por aquel entonces) este río y sus
lucios poseen una magia y un poder adictivo para cualquiera que viva la pesca.
Sus aguas limpias y transparentes durante los meses
invernales y su exuberante vegetación hacen que su pesca no resulte fácil, peces
desconfiados y difíciles que no se dejan seducir por cualquier cosa, que en su
mayoría sobre todo peces cuando hablamos ya de cierto tamaño han sido pinchados
más de una vez y por ello su recelo y desconfianza.
No obstante, conociendo el río y sacando conclusiones en
cada día de pesca es un río agradecido que sigue dando peces y de vez en cuando
alguna grata sorpresa.
Hubo años, (no hace tantos) que sacar una docena de lucios
de buen tamaño, era de lo más normal, hoy en día el sacar 3-4 peces es un día
para enmarcar, pero cuando las cosas son complicadas es cuando saben mejor y cuando
más las valoras, solo por presenciar un
lucio de cierto tamaño siguiendo tu señuelo merece la pena un día de pesca, si
ya consigues engañarlo, es el éxtasis…
Os dejo con algunas fotografías de estos meses invernales de
lucios de este río, ellos son los culpables de que de nuevo me haya enganchado
a su pesca y me hagan ilusionarme como hace 40 años con cada captura, los
lucios de hoy son el futuro del mañana y si con todas especies y en todos
lugares es importante el captura y suelta sin daño alguno, lo de estos peces en
este río es de obligado cumplimiento, si no lo entiendes así, es que no mereces llamarte pescador.